La energía que nos constituye en tanto entes-vínculo se organiza de acuerdo a una matriz que establece un circuito de cargas entre formas o configuraciones de vivencias humanas posibles que denominamos patrones.
El pulso vital, en principio amorfo, es escindido y repartido, encasillado y congelado en ciertas formas, lo que garantiza un cierto nivel de carga y la homeostasis de la matriz, lo cual genera un juego de luz y sombra, entre patrones estancos que no se cruzan, no se mezclan, no se hibridan ni fusionan.
Utilizando una metáfora eléctrica diremos que así la matriz mantiene una carga de una determinada cantidad de watts. O sea, el número de conexiones entre patrones es mínimo, la circulación es mínima.
De acuerdo a un paradigma holográfico o fractal podemos pensar que así como funciona esta matriz funciona cada cerebro humano: un mínimo de interconexiones entre patrones de circulación neuronal que mantiene circuitos repetitivos y conocidos. Sin ir más lejos, eso es el "yo".
El pulso vital, en principio amorfo, es escindido y repartido, encasillado y congelado en ciertas formas, lo que garantiza un cierto nivel de carga y la homeostasis de la matriz, lo cual genera un juego de luz y sombra, entre patrones estancos que no se cruzan, no se mezclan, no se hibridan ni fusionan.
Utilizando una metáfora eléctrica diremos que así la matriz mantiene una carga de una determinada cantidad de watts. O sea, el número de conexiones entre patrones es mínimo, la circulación es mínima.
De acuerdo a un paradigma holográfico o fractal podemos pensar que así como funciona esta matriz funciona cada cerebro humano: un mínimo de interconexiones entre patrones de circulación neuronal que mantiene circuitos repetitivos y conocidos. Sin ir más lejos, eso es el "yo".
Pues bien, estamos investigando si la circulación de la carga que nos constituye puede encontrar mayor fluidez y dinamismo, en lugar de mantenerse encasillada en formas que reducen al mínimo la circulación y que por lo tanto pueden comenzar a sentirse como poco vitales una vez que hemos dejado caer algunos velos de proyección, algunas ilusiones, una vez que hemos roto algunas burbujas.
En ese caso comienza a hacerse inevitable sentir que ciertos patrones nos quitan vitalidad, nos deprimen, no son para nosotros, etc. Y no desde el juicio de valor acerca de esos patrones, sino desde la inexorable sensación. Hay caminos demasiado faltos de vitalidad para la vibración en la que entramos cuando se amplía el umbral de sensibilidad. Se hace necesario, sin opción, sin decisión voluntaria, tratar de generar circulaciones y formas más acordes a cómo estamos vibrando. No es una cuestión de juicio, es una cuestión de necesidad, es vibratorio y sin opción. No es porque pienso que eso va a ser mejor, es porque esto no lo soporto más.
En ese caso comienza a hacerse inevitable sentir que ciertos patrones nos quitan vitalidad, nos deprimen, no son para nosotros, etc. Y no desde el juicio de valor acerca de esos patrones, sino desde la inexorable sensación. Hay caminos demasiado faltos de vitalidad para la vibración en la que entramos cuando se amplía el umbral de sensibilidad. Se hace necesario, sin opción, sin decisión voluntaria, tratar de generar circulaciones y formas más acordes a cómo estamos vibrando. No es una cuestión de juicio, es una cuestión de necesidad, es vibratorio y sin opción. No es porque pienso que eso va a ser mejor, es porque esto no lo soporto más.
Claro que considerar la opción del incremento de circulación (intracerebral e interpersonal, siendo las personas como neuronas de un enorme cerebro cósmico) nos deja, aparentemente al menos, al borde de la locura, la desorganización, el caos. Pareciera que el sistema necesita pasar por una fase de desorganización para posibilitar la reorganización fluida, dinámica, hipervinculada, nueva y de otra frecuencia vibratoria.
La sensación que vengo teniendo últimamente, es que en el plano concreto, el de la materia, de los cuerpos, la organización rígida y repetitiva descansa en el establecimiento de pactos inconscientes que realizamos, podríamos decir para graficarlo de alguna manera, en dos direcciones: Una dirección vertical y una horizontal.
La dirección vertical sería aquella en la que los pactos se establecen entre humanos-cuerpos-yoes y espectros, espíritus, fantasmas, líneas-redes deseantes añejas que nos poseen y nos habitan, lo que se conoce como karma.
Formas muertas. Formas sin vitalidad propia que intentan permanecer, perdurar y valiéndose de la nuestra. Espectros. Deseos que quedaron sin vehículo para realizarse y se nos cuelan por los poros. Nos poseen, se nos adhieren como sombras e intentan satisfacerse, realizarse. Somos vehículos de ellos.
Espíritus de los antepasados que nos habitan, que anhelan reproducirse y perpetuar a través nuestro una determinada experiencia humana, repetirla una y otra vez. Cadenas-redes de deseo que trazan surcos y poseen cuerpos que, con su lógica independiente de la voluntad del yo, son canal del código de reproducción de los modelos viejos, de formas viejas. Vampiros. Muertos secos que viven de mi sangre.
Sin embargo esta posesión no es pasiva. No somos víctimas. Creo tener la sensación vívida y nauseabunda de que algo en mí ama entregar el cuerpo a los vampiros.
Algo en mí ama seguir animando las cáscaras vacías, darle vida a las imágenes muertas.
Porque son lindas. Algunas formas muertas son formas hermosas.
Ese es el truco de los vampiros. La seducción. Y me dejo seducir por esas formas que en algún momento fueron vitales y no quieren morir. Hay un nostálgico placer en revivirlas. Es seductor, fácil y conocido. También es algo triste y descolorido.
Entonces, un poco nos asusta el despliegue de la potencia que lleva a la locur, un poco hay deseamos reproducir la forma vieja y ahí vamos: pacto. Win-win situation. Todos ganan.
Enterramos al gato en el “Pet cemetery” porque es tan lindo, porque lo queremos mucho… Y creamos zombies.
Pero es lindo el gato!! No quiero que se muera!! Voy a revivirlo…Y es realmente lindo, claro, siempre y cuando no estemos prestando atención a la vitalidad como variable. Hay diferentes modalidades de belleza.
El viaje de la vida se va desplegando a través de un terreno en el cual varios caminos ya están trazados, los surcos que han sido transitados desde lo más remoto del no tiempo. Son los laberintos del terror del Italpark, el fascinante “tren fantasma” lleno de zombies y vampiros que amenazan con devorarnos.
Entonces...deshechizarnos de esas formas hermosas, despedirnos de ellas, dejarlas morir, quemarlas en el fuego de nuestra vitalidad (uunque pueda sonar algo cursie parece pertinente). Exorcizarnos. Lijarnos las adherencias. Dejar de ser la novia de Drácula.
Pareciera que eso es parte del trabajo que intentamos hacer para vibrar de manera menos conflictiva y dolorosa.
Por otro lado, en el plano horizontal establecemos pactos entre seres humanos-cuerpos- yoes. Este plano o eje está montado o entretejido con el plano vertical. Es el plano concreto, material en el cual la energía vital es traducida básicamente como energía sexual y agresividad (no violencia, agresividad en términos de impulso, acción, movimiento, ir hacia). Energía hecha cuerpo que para moverse y crear tiene que diferenciarse y atraerse. Deseo.
En el plano cotidiano concreto, entre personas establecemos entonces pactos inconscientes a fin de mantener la homeostasis del sistema, esto es controlar el impulso sexual y agresivo.
En principio, y no tan inconscientemente, más que pacto, el control del pulso se da por jerarquía. El sistema madre-padre es una necesidad evolutiva que posibilita la complejización del pulso. La ley y el filtro anti estímulo permite que los hermanitos, llenos de vitalidad, no se maten y luego, ya mas grandecitos, no se enfiesten.
Pareciera que como colectivo humano eternizamos esta función proyectándola en cuanto ser o situación se nos cruza. Suponemos una presencia madre-padre permanente. Casi podríamos decir que los pactos anti-vitalidad que establecemos en dirección horizontal están sostenidos en el supuesto de la presencia absoluta de este binomio. O dicho de otra manera, en nuestro eterno estatuto de hijos.
Claro que vemos que con este sistema, el pulso fue reprimido y domesticado en lugar de complejizrloo y elaborarlo….más bien enterrado en lo inconciente y siempre retornando desde allí en la infinita neurosis planetaria.
En lo que se denomina desarrollo psicosexual desde el psicoanálisis, esto tendría que ver con las fijaciones de la libido. La libido-energía a través del devenir del sujeto se va fijando- estancando en una/s determinada/s zona/s, fijada a un determinado tipo de satisfacción sexual infantil y una y otra vez repetimos neuróticamente esa modalidad de satisfacción por más insatisfactoria que resulte a los ojos del adulto que suponemos ser, por más insatisfactoria que sea para el yo. Así se generan las burbujas que crean la ilusión de separatividad y embotan la sensibilidad capaz de sentir la trama vital de la cual somos parte.
Los pactos de no vitalidad son establecidos como continuidad de la ley y el filtro padre-madre, para controlar el pulso. “Hacemos como si fuéramos adultos” y seguimos siendo niños que se controlan unos a otros. Pactamos acomodarnos en baja vitalidad-baja sensibilidad. Polarizamos la energía y transitamos los surcos ya andados. Nos organizamos en el eje horizontal entretejidos en el eje vertical con las modalidades desvitalizadas-desvitalizadoras.
Supongo que existe un número considerable de variedades de pactos posibles. Por ahora mencionamos algunos.
Uno de ellos es el pacto de lealtad entre mujeres. La vitalidad-pulso se despliega en la erótica del círculo femenino, dejando al varón afuera. Es el patrón de la cueva.
Luego están los pactos entre hombres y mujeres, por ejemplo: Cuida nido-Susanita. Caballero-Princesa. Amazona-Sacerdote. (A desarrollarse en otro escrito).
Desde esta perspectiva, lo que tratamos de hacer al mapear los vínculos, haciendo circular la información con sinceridad, rompiendo los pactos de control que establecimos inconscientemente. Pactos de una fuerza poderosa que nos eternizan en nuestras posiciones y en las danzas de nuestras coreografías.
Entonces…
Varios movimientos en varios niveles en simultaneidad: Disolución, abandono, vaciamiento de viejas formas. Incremento de la sensibilidad que posibilita sentir el orden que suponemos. Modificación en la frecuencia vibratoria. Creación de nuevas formas acordes a la frecuencia de vibración. Incremento en la circulación de la información o sea multiplicación de conexiones, reticularidad. Y todo esto en retroalimentación.
Que la matriz adquiera vitalidad entonces, ¿dependería de la ruptura de los pactos de desvitalización que establecemos en ambas direcciones? ¿Ese es el compromiso necesario para no entregar el cuerpo a los espectros desvitalizados del pasado y entregarlo como canal para el ingreso de una energía más amorosa? Vaciarnos para que ingrese el amor.

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